lunes, 16 de mayo de 2016

Soledad, depresión y locura

Bajé del tren. Miré el cielo. Temía al mañana. Me encontraba completamente sola. Una ciudad desconocida. Caminé por esta. Solamente llevaba mi guitarra y un bolso. Fui a un parque. Me senté y saqué mi guitarra. 
Esta guitarra, era vieja, pero me había salvado. Ese día gris, la encontré bajo la lluvia. Estaba sola, abandonada, al igual que yo. Al verla, supe que tenía que llevármela. Tal vez no sabía tocarla, pero no me interesaba. Sentía que era como yo. No era querida por nadie, simplemente se habían desecho de ella. 
Yo tampoco era querida por nadie. Era simplemente una de las muchas partículas de polvo de este gran y deprimente planeta. No tenía amigos. Mi familia apenas sabía de mi existencia. No tenía mi espacio personal. No tenía donde esconderme de las incesantes peleas de mis padres. Lloraba todo el tiempo. No tenía a nadie con quien poder hablar. Estaba completamente sola. Era constantemente intimidada por mis compañeros. Me odiaban. Tenía que actuar como un soldado, ante ellos, quien no conoce el temor. 
El día que la encontré, no había ido al instituto, tenía miedo de mis compañeros. No pensaba volver a casa. No quería sufrir más. Me había quedado bajo la lluvia un tiempo. Ese día lo decidí. No quería seguir abandonada. No quería terminar en la basura como esa guitarra. Tenía que encontrar a alguien. 
Mientras deambulaba, en esa tarde, me había encontrado a un anciano extraño. Me había dicho que tenía que irme de aquí, pero que las ciudades eran lugares aterradores. Pensé que tenía que hacerlo, no me importaba nada, para mí, este era el lugar que más miedo me daba. Volví a mi casa. Tomé pocas cosas, dinero, y me encaminé a la estación de trenes. Tomé el primer tren que llegó. No me importaba el destino. 
Estaba sentada. Simplemente mirando mi guitarra. Pensaba. Ya había perdido el sentido de mi existencia. Estaba necesitada de algunos sentimientos, pero no quería acabar con todo. Sabía que el pasado no podía regresar. Sentía que no tenía esperanza. Solamente podía desesperar, ya que era lo único que podía mantenerme con vida. La melancolía era inevitable. Había comenzado a detestar este doloroso e insoportable mundo. Quería encontrar un lugar en donde yo pudiese desaparecer tranquilamente. 
Pero, creía que tenía que seguir adelante, aunque sentía que ya no había nada que yo podía hacer. Quería saber por qué vivía, si había alguien en quien yo pudiera confiar. Pero, a pesar de que esta vida era un infierno, tenía que seguir hasta el final, a pesar de todo el dolor. Quería ser libre, alejarme de las ataduras de mi pasado. Esta realidad es inevitable. Aunque quería creer que este sufrimiento no era en vano, y que yo iba a ganar y obtener lo que deseaba. Este mundo nunca va a cambiar, siempre va a ser doloroso. Yo tenía que cambiar. 
Guardé mi guitarra. Me levanté. Me fui del parque, dejándola abandonada. Me tragué mis pensamientos que no llevaban a ninguna parte. Me fui a buscar un buen futuro....

  Con mucho cariño : #LaGalleta 

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